Todos hemos escuchado de algún niño a quien le ha dado cáncer o está en tratamiento activo con quimioterapia, lo vemos como algo lejano o inexistente, sin embargo, cuando el cáncer llama a nuestra puerta debemos conocer algunas generalidades que nos ayudarán a detectarlo a tiempo para mejorar la sobrevida.
¿Qué es el cáncer?
El cáncer es un grupo de enfermedades que comienza en las células, que son la unidad básica de la vida y se encuentran formando los tejidos y órganos. Normalmente las células crecen y se dividen, pero a veces este proceso se descontrola y se producen más células de las necesarias, que forman una masa o tumor.
Epidemiología:
Cáncer infantil, se utiliza para designar distintos tipos de tumores que pueden aparecer en los niños antes de cumplir los 15 años.
A nivel mundial, se está convirtiendo en la primera causa de mortalidad
Cada año 300.000 niños y adolescentes de 0 a 19 años son diagnosticados con cáncer
Las tasas mundiales de presentación están entre 50 y 200 por cada millón de niños.
A diferencia del cáncer en adultos, la mayoría de los cánceres en los niños no tiene una causa conocida.
La supervivencia a 5 años por cáncer infantil en los países desarrollados es del 80% a diferencia de los países con ingresos medios y bajos descrita como 20%, ya que el 80% fallecen por diferentes motivos, como abandono del tratamiento, enfermedad muy avanzada.
Factores de riesgo para desarrollar cáncer:
La radiación ionizante, es decir la exposición a rayos x durante el embarazo, podría aumentar el riesgo de cáncer de los niños.
La exposición a sustancias químicas y medicamentos (como el dietilbestrol, plaguicidas, benceno, etc.
Algunas infecciones crónicas podrían aumentar la posibilidad de cáncer infantil o cáncer en la vida adulta, por ejemplo, VIH, Hepatitis B, C, VPH, CMV y EVB.
También se han descrito factores genéticos y familiares como en el retinoblastoma, tumor de Wilms bilateral o síndrome de Down en dónde el riesgo de leucemia linfoblástica aguda es más de 20 veces.
El 4 al 5% de los niños que padecen cáncer tiene una asociación genética.
Signos de alarma:
Los síntomas de cáncer son engañosos, ya que puede producir los mismos síntomas de cualquier tipo de enfermedad, el cáncer no es prevenible, pero sí se puede detectar a tiempo.
Los principales signos de alarma corresponden a:
Fiebre no explicada por infecciones, que es persistente y sobre todo se asocia con sudoración nocturna o pérdida de peso.
Desviación de los ojos o presencia de una mancha blanca en el ojo.
Dolor de cabeza que despierta al niño, lo hace vomitar, se asocia con alteraciones en la marcha.
Inflamación o dolor persistente de las articulaciones, huesos, cojera, no relacionados con traumatismos.
Anormalidades o abultamientos en diferentes partes del cuerpo, por ejemplo, masas en el cuello, axila, abdomen, entre otros.
Sangrado excesivo o recurrente por encías, nariz, moretones en las piernas, entre otros.
Aumento del tamaño del abdomen.
Orina con sangre.
Diagnóstico:
Es importante concientizar a las familias, docentes, o personas en contacto con los niños sobre los síntomas, para realizar consultas oportunas que permitan hacer una adecuada evaluación, diagnóstico, estadificación y tratamiento.
Dentro del interrogatorio, la familia informará sobre los signos que les llama la atención o que les parece anormales en el niño, así el médico enviará exámenes en sangre o imágenes para diagnosticar el tumor, en ocasiones puede ser necesario enviar una biopsia de médula o del tejido afectado para estudiarlo frente al microscopio y así establecer el diagnóstico.
Los tumores más frecuentes en la edad pediátrica corresponden a la leucemia, linfomas, tumores de sistema nervioso, tumor de Wilms, neuroblastoma, osteosarcoma, sarcoma de Ewing, rabdomiosarcoma y el retinoblastoma.
Tratamiento:
Combina diferentes herramientas como la cirugía para extirpación de tumores, la quimioterapia que es el uso de fármacos para destruir las células cancerosas; la radioterapia que usa energía radiante para matar las células cancerosas y finalmente en algunos casos el trasplante de médula ósea que es similar a una transfusión pero que requiere unos cuidados especiales y el estudio previo de los familiares que serán los posibles donantes.